Cuando un hombre-masa está aburrido, entra en un estado de desesperación. Si es en un Viernes, la situación es más crítica. Da vueltas alrededor del teléfono y revisa su agenda para ver a quién puede llamar. Cuando no está nadie libre llama a esas personas que metió en la agenda, en la lista del celular o en lo contactos del MSN sólo para que apareciera más gente, para que el que le echara una mirada pensara “este tipo tiene una abultada vida social”. Como suele suceder, el otro es un hombre-masa también, pero es de esa fracción que la estadística maldice; aquellos tipos que no tienen vida social, y que se mueren por ser hombres-masa “exitosos”; con pololos/as, almas de la fiesta, y la hueá y la hueá. Cuando ambos tipos de hombres-masa entablan una conversación telefónica o por Chat, ambos se mienten entre si para aparentar que están haciendo algo, pero al final se descubre que no están haciendo nada por el simple hecho de que terminan conversando por horas.
Cuando un Laucha está aburrido se sienta a pensar reflexivamente. Puede que inicialmente se sienta muy desesperado, pero invariablemente siempre llega a un estado de relajación, e invariablemente, también, reflexiona llegando a cuatro conclusiones: o puede entretenerse gastando dinero (saliendo, arrendando películas, etc), o puede terminar algo que está pendiente (cualquier clase de tarea), o puede empezar algo nuevo, o puede dedicarse a la meditación y la reflexión pura. Por lo general, entonces, un laucha siempre anda corto de plata, por lo cual es difícil que se entretenga en el consumo; un laucha siempre tiene asuntos pendientes que debe resolver con personas precisas en momentos precisos, por lo cual sólo a veces se dedica a resolver asuntos pendientes; un laucha siempre está inmerso en un medio demasiado ruidoso como para poder pensar y meditar en paz, por lo cual muy pocas veces reflexiona. Pero un laucha siempre observa que tiene medios para hacer cosas, así que suele empezar algo nuevo. Por, ello generalmente cuando un laucha está aburrido, sin importar si es Miércoles, Viernes o Sábado, se dispone a golpear sucesivamente el teclado para crear un nuevo borrador pseudo-literario.
Cuando un hombre-masa tiene los medios y la voluntad para entretenerse en el consumo, piensa en hacer algo “que deje la cagá”. Su motivación inconsciente es organizar una orgía, pero siempre le plantea a sus conocidos que va a hacer “un carrete piola”. Lo único que le importa son las mujeres y las drogas, todo lo demás es accesorio; ropa, música, locación, si la droga es alcohol o marihuana, depresora o estimulante, etc.
Cuando un Laucha tiene los medios y la voluntad para entretenerse en el consumo, piensa en escuchar buena música que ojala le sea desconocida, y en tener la oportunidad de alguna vez entablar una conversación decente con alguien en este mundo (de mierda). Por lo general busca desembolsar dinero en algo que involucre música, pero en ninguna medida baile. Si hay drogas de por medio, un laucha se informa de su proveniencia y pureza, así como de los neurotransmisores y receptores sinápticos que afecta, y se inclinará por aquellas de efecto estimulante, en vez de los depresores.
Cuando un hombre-masa va a arrendar una película, le consulta a sus conocidos de algún título. Si no tiene una referencia, va al video club y ubica un título que alguna vez haya visto repetirse en las carteleras de los cines. Si finalmente ningún título le suena conocido, va a la sección que corresponda al género que está buscando (generalmente en este orden: acción, suspenso o adultos) y escoge la película por la portada.
Cuando un Laucha va a arrendar una película va indeciso puesto que tiene una serie de referencias en mente. Siempre se debate entre ver un clásico o una recomendación. Generalmente las recomendaciones provienen de conocidos snobistas, de blogs o de una ojeada a los reportajes sobre los festivales de cine internacionales. Cuando está muy indeciso se deja guiar por el azar y da otra vuelta por el local escogiendo la primera película que encuentra. Película que, por lo general, es un clásico.
Cuando un hombre-masa lee un libro de García Marquez (o de cualquier escritor realista-mágico americano)* trata de que la mayor cantidad de gente lo vea leyendo. Al analizar la historia (si es que tiene la capacidad de hacerlo) siente envidia del ambiente exótico de los personajes, y trata de trasladar un aspecto simpático de un personaje a su propia vida, o bien se aprende una frase-para-el-bronce para citarla cuando tenga la oportunidad.
Cuando un Laucha lee un libro de García Marquez (o de cualquier escritor realista-mágico americano) trata de que nadie lo vea leyendo semejante porquería. Al leer, no puede evitar maldecir mentalmente a los personajes por ser psicológicamente tan idiotas, y además, estar tan mal construidos. El estilo descriptivo y retóricamente limitado de la narración hace que la lectura se dilate por el simple hecho de que la abandona por días o semanas. Finalmente, regala el ejemplar a un conocido o pariente más joven, diciéndole que “es para que se culturice”, cuando uno en realidad quiere deshacerse de tal porquería logrando, de paso, que el pendejo en cuestión lea algo un poco más elaborado que un fotolog.
__________________________
*Para estos efectos, ignórense a maestros como Borges, Carpentier, Cortazar, Sabato y algunas obras de Droguett.