martes, enero 01, 2008

REENTRADA (apocalíptica)

La rueda completó una vuelta. Y hoy más que nunca le hallo razón a la advertencia del desquiciado Nietzsche, cuando decía, “ya veo asomarse la pleamar del nihilismo”. Este fatídico Zeitgeist prefabricado, del cual los blogs son también parte, recoge en sus orillas todas las basuras que la marea alta deposita. De cualquier forma, la noche de año nuevo y los fuegos artificiales me hicieron pensar más seriamente en aquello que el maestro Henry Miller nos advertía:

Durante cien años o más, el mundo, nuestro mundo, ha estado muriendo. Y, en estos cien últimos años aproximadamente, ningún hombre ha sido lo bastante loco como para meter una bomba por el ojo del culo a la creación y hacerla saltar por los aires. El mundo está pudriéndose, muriendo poco a poco. Pero necesita el coup de grâce, necesita saltar en pedazos. Ninguno de nosotros está intacto, y, sin embargo, tenemos en nuestro interior todos los continentes y los mares que separan los continentes y las aves del aire. Vamos a consignar la evolución de este mundo que ha muerto, pero que no ha recibido sepultura. Estamos nadando en la superficie del tiempo y todo lo demás ha naufragado, está naufragando, va a naufragar.

Si señor, estamos naufragando en el sinsentido, pero no estamos mirando aquello más importante: todos los continentes que están dentro nuestro.
Comienza de nuevo el imparable ciclo, y el mercado nos ofrecerá distintas variaciones del mismo tema. En verdad es el eterno retorno de lo mismo. Si no lo consumiste durante el año, el recuento anual del 31 de Diciembre te recordará de hacerlo. La marea me esta absorbiendo; es increíble lo que me ha pasado al ver todos estos recuentos. Me doy cuenta que por haber estado estudiando la basura que el sistema me estaba pidiendo que internalizara, me había perdido el consumo de muchos discos, de muchas películas y muchos libros. Pero cuando lo pienso de nuevo, me doy cuenta que por haber pensado lo anterior, doy fe de ser siervo y esclavo del “sistema”. Porque por un lado la institución me adiestra para que produzca, y por el otro lado el mercado me impele a que consuma.
Estamos en una época de oscurantismo intelectual, bien lo advertía Wittgenstein. Y las propagandas universitarias bien lo confirman. Si usted cree que las universidades son templos del saber, también debe creer en el viejito pascuero. Este año me confirmó como el mercado favorece el desarrollo de las universidades de la tercera ola. Y yo, como una pieza más de la máquina, seré parte de los ciclos del mercado, manejados por seres anónimos que desde sus asientos nos ordenan la realidad.
Estos son mis pensamientos apocalípticos de año nuevo. El mundo se está muriendo. Pero el estado agónico del mundo no lo ve en las noticias, de la misma forma en que no ve como los huelguistas mapuches están al borde de la muerte también. La catástrofe ambiental es un pelo de la cola frente a La Verdadera Catástrofe.
Mi propuesta, que en el post del año pasado quedo “en veremos”, es esta: hay que darle sepultura a esta monstruosa creación. Meterle una bomba por el ojo del culo y hacerla saltar por los aires con creatividad. ¿O no?