domingo, enero 15, 2006

FILOSOFÍA EMO

La siguiente es una modificación del comentario original a los libros "Bosquejo de una teoría de las emociones" de Jean Paul Sartre y "Emociones y lenguaje en educación y política" de Humberto Maturana, que se pueden descargar gratis de www.laucha.cl.tc.

Debo aclarar es que en los tiempos en que escribi el comentario original a estos textos, me habían convencido que ontología=modernidad, y modernidad=demonio; es decir cualquier cosa que haya sido tocada por la ontología es malvada. Eso es algo típico de los constructivistas que aman presentarse como posmodernos. Pues bien, con el tiempo me fui dando cuenta de que lo que deberían criticar los posmodernos es la visión dualista de la ontología, ya que es la mismísima reformulación de la ontología que lleva a cabo la fenomenología, la base de toda la bendita posmodernidad. Ah... y, bueno, se me olvido decir que esta aclaración la hago porque a trato a Sartre de moderno.
Lo segundo es que no explique muy bien que lo que me carga de Maturana es que aunque sostiene que a) lo que el observador ve son siempre distinciones suyas (por todo lo ya consabido de la clausura operacional, etc) y b) que la ciencia debe proceder observando correlaciones entre la dimensión en que lo vivo interactúa como unidad compuesta y la dimensión en que existe como unidad simple, una entidad en las relaciones, Maturana explique las cosas como si de verdad observara procesos que ocurren en el sistema, no haciendo suficiente hincapié en que son distinciones autorreferenciales y me gustaría leer algún texto en donde recordara constantemente y bosquejando en toda su magnitud el que las regularidades existen el observador y no en lo que este observa.
Lo tercero es que explico someramente que me carga que Maturana proceda a través de la paradoja. Ahí pequé de ignorante, ya que no conocía ni de Bateson, ni de Spencer-Brown. Además, es difícil leyendo sólo a Maturana identificar sus influencias, ya que Maturana tiene esa mala costumbre de colocar referencias bibliográficas nada más que de sus textos.
Lo cuarto es que no había estudiado la fenomenología lo suficiente como para darme cuenta que gran parte de las conclusiones a las que llegan muchos teóricos posmodernos son las mismas a las que llegó la fenomenología entre 1930 y 1945. Y lo peor es que Maturana nunca da mérito a esas ideas. Hay frases de Maturana que son calcadas de Sartre y Heidegger. Pero, sin ir más lejos, voy a explicar que la idea de Sartre y Maturana sobre las emociones es prácticamente la misma sólo que explicada de distinta manera. Sartre afirma en ese mismo libro que un enfoque útil para aprehender el fenómeno de la emoción era contemplarlo como un modo específico de estar-en-el-mundo y no cometer el pecado de ver las conductas emocionales como “hechos heteróclitos”, que es lo que presenta la ciencia positivista; por lo tanto es necesario contemplar el componente interpretativo (el “excedente de significación” en el lenguaje de Francisco Varela) cuando se estudia la emoción. Maturana, por su lado, define a las emociones como un dominio de acciones desde donde se realiza o se recibe un hacer, siendo una acción una conducta a la cual se le otorga sentido. Aquí nuevamente se le da énfasis al componente interpretativo. Y si uno lee las conclusiones éticas que Maturana elabora sobre estos principios que hace en otros documentos, uno nota un sospechoso olor a existencialismo heideggeriano o sartreano, no solo en las ideas, sino en los mismos aforismos.
Por último, cabe mencionar que para Maturana el lenguaje es su punto de llegada, por más que su teoría sea autológica y recursiva, él comienza desde la biología y no desde el lenguaje ni de la experiencia humana misma.
Y, repito, Maturana no reconoce estos parecidos. En esta entrevista dice “yo no tengo nada que ver con Heidegger”.

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